Información con ejemplos sobre la vastedad ficcional que conlleva el mundo literario y sus actores


Borradores de escritura de la autora

"LAS AGUAS DEL CORAJE"

Las situaciones narrativas propias de la novela ocurren en uno o varios lugares de un pueblo. La plaza, la pensión, las calles, el rí­o, el campo etc. Todo ocurre necesariamente, ahí­. Este pueblo de ficción responde a la realidad de cualquier pueblo perdido y olvidado del interior. La acción narrativa desenvuelve hechos ficticios tomados de noticias periodí­sticas, datos históricos y referencias poéticas que configuran un mundo donde no siempre es fácil determinar que es lo real? - Descargar novela

21.10.07

AGENDA LITERARIA VIII

EL PLACER DE CONTAR Y LA FACULTAD FABULADORA

La facultad de contar nace con el hombre y la capacidad de fabular es la que hace posible que la realidad del decir se concrete. No hay un universo completo si no consideramos como parte de él, el reino de la imaginación.

Hay un ferviente deseo de contar y ser escuchado.

Saul Bellow decía que todos portamos desde la infancia, en nuestro interior, un comentarista que nos va diciéndonos como es la realidad del mundo y cuál el manantial interno donde surge la necesidad de contar. Un ser imaginativo es aquel que transforma en materia narrativa cualquier experiencia de vida, aún la más trivial.

Paul Auster dice: “…La historia inventada consta enteramente de significados, en tanto que la historia de los hechos reales está desprovista de todo significado anterior a la misma. Si un hombre dice: “Voy a Jerusalén, uno piensa: qué estupendo, se va a Jerusalén. Pero si un personaje de ficción, inventado dice que va a Jerusalén , se abre un mundo de interpretaciones”.

Nepomuceno Carlos de Cárdenas que consideraba que la capacidad fabuladora es inherente a la condición humana sostenía que había un disparador interno que forjaba, una vez pulsado, las historias para contar.

A propósito de sus enseñanzas contaba:

“Todas las noches acostumbro a tomar una copa de Oporto antes de irme a dormir, sentado en el balcón que da a poniente. Así me encontraba una noche cuando oí gran griterío en el poblado de mis criados, que no dista más de doscientos metros de la casa principal. Cogí las dos pistolas que siempre tengo a punto en mi escritorio y salí para indagar lo que sucedía. En la plazuela que se abre en medio de las cabañas encontré a hombres y mujeres en estado de gran excitación y con gran susto. Estaban sentados alrededor de un fuego donde preparaban la cena, cuando uno de los criados, sin duda siguiendo mis consejos, dijo que la hoguera parecía la lengua de un animal y que estaban todos dentro de su boca. La noche era oscura y, tanto afán puso el narrador en convencerlos de su idea, que acabaron por sentirse en las fauces de un ser desconocido. Quiso el azar que una ráfaga de viento, de las que aquí se levantan con frecuencia, agitara las copas de los árboles y tronchara alguna rama. Una mujer gritó: “¡Que se cierra la boca!”, y la desbocada imaginación de los demás hizo el resto.”

Gustavo Martín Garzo, nos comunica el beneficio irrenunciable que nos da el contar:

“Un agricultor se dirigía a un pueblo próximo al aeropuerto militar de Villanubia llevando en su camioneta a una vaca. La niebla, y un error inexplicable, permitieron que la camioneta invadiera alegremente la pista justo en el momento en que aterrizaba un bombardero. El choque fue clamoroso. No hubo víctimas humanas, pero la camioneta quedó completamente destrozada y la vaca murió. El agricultor trataba de explicarse los hechos mientras los soldados lo condujeron al puesto de guardia. Allí le esperaba, el coronel. Estaba muy nervioso y le habló de los riesgos inherentes a la vida militar y de lo difícil que era afrontar sin errores las graves responsabilidades que exigía el cumplimiento del deber. Hizo una pausa y le pidió disculpas por lo que acababa de suceder. Estaban dispuestos a indemnizarle, a hacerlo valorando tanto su camioneta como su vaca en un precio superior al que había pagado por ellos. Sólo le ponía una condición, nadie debía saber lo que había sucedido esa noche en el aeropuerto. El agricultor reflexionó unos momentos y luego movió la cabeza negando.

Prefería sacrificar cualquier cosa antes de no poder contar en su pueblo lo que le había pasado a su vaca.”