AGENDA LITERARIA XVIII- ENSEÑANZA Y DISCIPULAZGO

Nadie puede descorrer la alegría que implica la enseñanza y la satisfacción de haber comprendido a un maestro.
Una sociedad que por el beneficio desenfrenado de la utilidad, no honra a sus maestros es una sociedad fallida. La transmisión de conocimientos y la habilidad y el deseo de adquirirlos es una constante en la condición humana. No puede haber sistema social por rudimentario que sea sin enseñanza y discipulazgo, donde el compromiso ético e intelectual no puede estar ausente.
Ante tantas formas de conocimientos y enseñanzas rara vez nos paramos a considerar las maravillas de la transmisión. Es un proceso de interrelación, donde el maestro y el discípulo aprenden juntos.La enseñanza los comprende a los dos y ambos se modifican por esa interrelación. Celan dijo: "Cuando soy más yo es cuando soy tú".
Enseñar, y aprender es ser cómplice de una posibilidad única y trascendente. Despertar al otro y hacerlo partícipe de la pasión propia del conocimiento es una actividad maravillosa. El deseo del conocimiento, el interés por el dato curioso y sabio y el ansia de entender está dentro de los deseos de los grandes hombres. En nuestra sociedad que pareciera que nivela hacia abajo, la herencia del oficio del maestro y el aprendiz no se puede perder.
En la correspondencia del saber hay un mundo de respuestas ciertas y posibles que nunca debemos dejar de interrogar. El mejor ejemplo poético lo leemos en estos versos de Nietzsche:
"¡Oh hombre; presta atención!
¿Qué dice la profunda medianoche?
Yo dormía, yo dormía,
De un profundo soñar me he despertado:
El mundo es profundo,
Y más profundo de lo que el día ha pensado,
Profundo es su dolor,
El placer es más profundo aún que el sufrimiento:
El dolor dice: Pasa
¡Más todo placer quiere eternidad!,
¡Quiere profunda, profunda eternidad!"