AGENDA LITERARIA VI
“Una biblioteca es una especie de gabinete mágico. En ese gabinete están los mejores espíritus de la humanidad que esperan nuestras palabras para salir de la mudez” Emerson
“El llegar a implicarse en la obra de arte comparte la experiencia de desprender del mundo” S. Sontag
El objeto del arte literario no es un ente concreto sino una posibilidad que toca lo necesario.
El productor de ficción , a través de la expresión imaginativa, construye ateniéndose a las reglas de una poética que varía según los diferentes géneros y épocas.
La necesidad del contar por el puro contar nace con el hombre, lo manifiesta desde siempre y remarca la omnipotencia que tiene este arte dentro del espacio literario.
Las obras literarias poseen un discurso verbal representativo que evoca la universalidad de la experiencia humana
Entre lo irreal y la realidad cierta juega la verosimilitud, encargada de producir la necesaria suspensión espontánea de la incredulidad, respeto de lo que es creíble en la ficción.
Los que toman posesión del mundo novelesco son: el escritor, el narrador y el lector; tres entes inseparables en el campo de la ficción.
El Narrador
Había una vez un hombre a quién amaban porque contaba historias. Todas las mañanas salía de su aldea, y cuando volvía al atardecer, los trabajadores, cansados de haber trajinado todo el día, se agrupaban junto a él y le decían:-¡Vamos! Cuéntanos qué has visto hoy.
Y él contaba:
-He visto en el bosque un fauno que tañía la flauta y hacia bailar una ronda de pequeños silfos..
-Cuéntanos más. ¿Qué has visto?-decían los hombres.
-Cuando llegué a la orilla del mar vi tres sirenas, al borde de las olas, que con un peine de oro peinaban sus cabellos verdes.
Y los hombres lo amaban, porque les contaba historias.
Una mañana dejó su aldea como todas las mañanas; pero cuando llegó a la orilla del mar, he aquí que vio tres sirenas, tres sirenas al borde de las olas, que peinaban con un peine de oro sus cabellos verdes. Y continuando su paseo, cuando llegó al bosque vio un fauno que tañía la flauta a una ronda de silfos.
Ese atardecer, cuando volvió a su aldea y le dijeron, como las otras noches:
-¡Vamos! Cuenta, ¿qué has visto?
El contestó:
-No he visto nada.
DEL MIEDO A ESCRIBIR, por Héctor Yanover
Para La Nación-Buenos Aires, l990
El hombre es su escritura. Su escribir es su si mismo. Es por eso que se paraliza ante la palabra escrita. Es más la gente que puede estar durante horas hablando que la que puede estar escribiendo el mismo tiempo. Porque escribir es escribir la eternidad,, la Biblia; es narrar la creación y crearnos. Nuestra conciencia nos dice que no hay escritura inocente, aunque aparentemente las palabras dichas puedan ser llevadas por el viento parece que las escritas no, aunque las evidencias en contrario sobran. Miles y miles de libros sin lectores duermen en las bibliotecas a la espera de su fin. Fin que no llega porque ya se sabe que quien mata un libro es peor que quien mata a un hombre. Por algo El libro, el libro por antonomasia, no se puede tirar, debe dormir hasta su consunción el sueño de los justos. Porque está escrito: en el principio fue el verbo y el libro es el lugar donde ese verbo vive. Más que en las bocas vive entre las páginas, en las hojas, escrito, acostado. De allí se incorporará, se pondrá de pie, marchará cuando unos ojos lo miren, cuando unos labios lo pronuncien, cuando el hombre lo visite. Hace, Es acción. Crea. Como el creador, que es él mismo, es sagrado.
Por eso decirle a alguien que pierda el miedo a la escritura, explicarle que nadie aprende a escribir sino escribiendo, es perder el tiempo, porque sólo hablará Dios aquél a quien le sea imposible tener conversaciones con interlocutores más modestos. Mi abuela definía a cierta gente diciendo que tenían a Dios en su corazón, y Machado, a su modo, redondea: “Mientras le sale afuera la luz del corazón”.Ergo, escribirá el que deba escribir, aprenderá escribiendo porque “se hace camino al andar” y, como dijo Wole Soyiaka, “el tigre no teoriza sobre la tigritud, el tigre salta”. Es por eso que el que deba escribir escribirá y llenará páginas y páginas que formarán libros y libros que serán pasto del olvido y del silencio. ¿Pero es que acaso el tigre pretende que su salto, cada salto de cada tigre, sea registrado por las cámaras de la RKO Pictures de la eternidad? El gato maúlla, el tigre salta, el escritor escribe y el lector aprecia. Dios ama el equilibrio.